El Símil
Cuando se hace una comparación formal entre dos objetos, buscando
impresionar la mente con algún parecido o semejanza, la figura se llama
"símil".
En Isaías 55:10-11, hallamos un hermoso ejemplo de esto: "Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve y no vuelve allá sino que harta la tierra y la hace germinar y producir y da simiente al que siembra y pan al que come: así será mi palabra, que sale de mi boca, no volverá a mí vacía; antes hará lo que yo quiero y será prosperada en aquello para que la envié". Las oportunas y variadas alusiones de este pasaje presentan la benéfica eficacia de la palabra de Dios, y esto en un estilo muy impresionante.
En Isaías 55:10-11, hallamos un hermoso ejemplo de esto: "Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve y no vuelve allá sino que harta la tierra y la hace germinar y producir y da simiente al que siembra y pan al que come: así será mi palabra, que sale de mi boca, no volverá a mí vacía; antes hará lo que yo quiero y será prosperada en aquello para que la envié". Las oportunas y variadas alusiones de este pasaje presentan la benéfica eficacia de la palabra de Dios, y esto en un estilo muy impresionante.
Los símiles ocurren con frecuencia en las Escrituras y teniendo por
objeto ilustrar la idea del autor, no envuelven dificultades de interpretación.
Cuando el salmista dice: "Soy semejante al pelícano del desierto; soy como
el búho de las soledades; velo y soy como el pájaro solitario sobre el
tejado" (Salmo 102:6) sus palabras son una vívida descripción de su
absoluta soledad. En Mat. 28:3, se dice del ángel que movió la piedra de la
puerta del sepulcro, que "su aspecto era como un relámpago y su vestido
blanco como la nieve"... En Romanos 12:4, el apóstol ilustra la unidad de
la Iglesia y la diversidad de sus ministros individuales por medio de la
siguiente comparación: "De la manera que en un cuerpo tenemos muchos
miembros empero todos los miembros no tienen la misma operación, así muchos
somos un cuerpo en Cristo, mas todos miembros los unos de los otros".
Compárese, también, 1 Cor. 12:12. En todos estos casos, así
como en otros, la comparación se interpreta por sí sola, en tanto que
las imágenes intensifican el pensamiento principal.
Hallamos un hermoso ejemplo de símil en
el final del Sermón del Monte (Mat. 7: 24-27):"Cualquiera, pues, que
me oye estas palabras y las hace, le compararé a un varón prudente que edificó
su casa sobre la peña". Tenemos, por un lado, la figura de una casa
cimentada sobre la roca inconmovible, a la que ni las tormentas ni los
aluviones pueden conmover; por la otra parte tenemos una casa construida sobre
movible arena, incapaz de resistir la violencia de los vientos y los aluviones.
La similitud así formalmente desarrollada se convierte, realmente, en una
parábola y la mención de lluvias, aluviones y vientos, implica que
la casa ha de ser probada por el tejado, los cimientos y los costados, -techo, fundamento
y centro. Pero no debemos imitar a los místicos, tratando de hallar alguna
forma especial y distinta de tentación en cada una de estas tres palabras. El
gran símil presenta en forma muy impresionante el porvenir seguro que espera a
los que creen y obedecen la palabra del Señor Jesús, como asimismo el que
espera a los que oyen pero se niegan a obedecer. Compárese este símil con la
alegoría de Ezequiel 13:11-15.
Es común a todos los idiomas una clase de ilustraciones que, con propiedad,
podrían llamarsecomparaciones opuestas. Hablando estrictamente no
son símiles, metáforas, parábolas ni alegorías. Y, sin embargo, incluyen
algunos elementos de todas ellas. Se introduce un hecho o una figura con
propósitos ilustrativos y, sin embargo, no se usan palabras formales de
comparación; pero el que lee o escucha percibe inmediatamente que se supone una
comparación. Algunas veces esas comparaciones supuestas siguen a un símil
regular. En 2 Tim. 2:3, leemos: "Tú, pues, sufre trabajos, como fiel
soldado de Jesucristo". Pero inmediatamente después de estas palabras, y
conservando la figura introducida por ellas en la mente del lector, el apóstol
añade: "Ninguno que milita se embaraza en los asuntos de la vida; a fin de
agradar a aquél que lo tomó por soldado". Aquí no hay figura de lenguaje
sino la declaración sencilla de un hecho plenamente reconocido en el servicio
militar. Pero siguiendo al símil del verso 3, está evidentemente empleada como
una extensión de la ilustración y toca a Timoteo el hacer la necesaria
aplicación de ella. Luego siguen otras dos ilustraciones cuya aplicación
también se presume que el lector mismo la hará. "Y aun, también, el que
lidia, no es coronado si no lidiare legítimamente. El labrador, para recibir
los frutos, es menester que trabaje primero". Estas son declaraciones
claras y literales pero se supone, tácitamente, la comparación, y Timoteo no
podía dejar de hacer la aplicación apropiada. La profunda consagración del
verdadero ministro a la obra que está a su cargo, su sumisión cordial, su
conformidad a la autoridad y orden legales y su infatigable laboriosidad, son
los puntos que, especialmente, se hacen resaltar por medio de estas
ilustraciones.
Un ejemplo parecido de ilustración lo hallamos en
Mat.. 7:15-20. "Guardas de los falsos profetas que vienen a
vosotros con vestidos de ovejas, mas de dentro son lobos rapaces". Aquí
tenemos una metáfora atrevida, vigorosa, que nos obliga a pensar en el falso
maestro como en un lobo oculto a la vista del público por medio del disfraz que
le proporciona el cuero de una oveja. Pero el versículo siguiente introduce
otra figura enteramente distinta: "Por sus frutos los conoceréis"; y
luego, para dar aún mayor sencillez a la figura, nuestro Señor pregunta:
"¿Cojéense uvas de los espinos o higos de los abrojos?" La pregunta
exige una respuesta negativa y ella misma constituye una negativa llena de
énfasis. En consecuencia, procede a usar la fórmula de comparación: "Así,
todo buen árbol lleva buenos frutos, mas el árbol maleado los lleva
malos"; y entonces, abandonando la comparación formal, añade: "No
puede el buen árbol llevar malos frutos ni el maleado llevarlos buenos. Todo
árbol que no lleva buen fruto cortase y échase en el fuego. Así que (en vista
de estos hechos tan bien conocidos, innegables, aducidos
por mí como ilustraciones, repito la afirmación que hice hace poco),
"por sus frutos los conoceréis". En otro capítulo demostraremos que
toda verdadera parábola es un símil, aunque no todos los símiles sean
parábolas. Los ejemplos de comparación supuesta que hemos dado, aun- que se
distinguen tanto del símil como de la parábola propiamente dichos, contienen
elementos esenciales de ambos.
La Metáfora
La metáfora es una comparación implicada y en todos los idiomas ocurre
con mucha mayor frecuencia que el símil. Se diferencia de éste en ser una forma
de expresión más breve y más contundente y en que transforma las palabras, de
su significado literal a otro nuevo y nota- ble. El pasaje que se halla en
Oseas 13: 8: "Los devorare como león", es un símil o sea una
comparación formal; pero Gén. 49:9: "Cachorro de león es Judá", es
una metáfora. Podemos comparar alguna cosa con la fuerza salvaje y la rapacidad
del león, o con el vuelo rápido del águila, o con la brillantez del sol, o con
la belleza de 1a rosa, -y en cada uno de esos casos empleamos las
palabras en su sentido literal. Pero cuando decimos "Judá es un
león". "Jonatán era un águila", "Jehová es un sol",
"mi amada es una rosa", inmediatamente percibimos que las palabras
"león", "águila", etc., no están empleadas literalmente
sino que con ellas se quiere denotar, únicamente, alguna cualidad o
característica de estas criaturas. De aquí que la metáfora, como su nombre lo
denota (Griego, metaféro, transportar, o transferir) sea una
figura de lenguaje mediante la cual el sentido de un apalabra se transfiere a
otra. Este proceso de usar palabras en nuevas construcciones, marcha
constantemente y, como hemos visto en capítulos 'anteriores, el sentido trópico
de muchas palabras al fin llega a ser el único en que se usan. Por eso todo
idioma es, en gran medida, un diccionario de metáforas desvanecidas.
Las fuentes de donde se extraen las metáforas bíblicas deben buscarse
principalmente en el escenario natural de las tierras bíblicas, en las
costumbres y antigüedades del Oriente y en el culto ritualista de los hebreos.
En Jer. 2:13 hallamos dos metáforas muy expresivas: "Dos males ha hecho mi
pueblo: dejáronme a mí, fuente de agua viva, por cavar para sí cisternas rotas
que no detienen aguas". Una fuente de aguas vivas, especialmente en un
país como Palestina, es de valor inestimable, muchísimo mayor que el de
cualquier pozo o cisterna artificiales, los que, a lo sumo, sólo pueden recoger
y mantener el agua de la lluvia y están expuestos a romperse y perder su
contenido. ¡Cuán grande es la demencia del que abandone el manantial, la fuente
viva, por la cisterna de resultados inseguros! La ingratitud y apostasía' de
Israel están notablemente caracterizadas por la primera figura y su pretensión
de suficiencia propia, por la segunda.
Las siguientes metáforas fuertes, tienen su base en los hábitos bien
conocidos de los animales; "Issachar, asno huesudo, echado entre dos
fardos" (Gen 49:14) ; ama el reposo, como la bestia de carga que se
acomoda buscándolo. "Neftalí, cierva dejada, que dará dichos
hermosos" (Gen. 49:21). Se alude, especialmente, a la elegancia y belleza
de la cierva, brincando graciosamente, en goce de su libertad, y denota en la
tribu de Neftalí un gusto para dichos y expresiones llenos de belleza, tales
como elegantes cánticos y proverbios.
Las siguientes metáforas se basan en prácticas relacionadas con el culto
y el ritual dé los hebreos. "Purifícame con hisopo y seré limpio"
(Salmo 51:7) es una alusión a la forma ceremonial de dar por limpio al leproso
(Lev. 14:6-7) y su casa (v. 51) y la persona contaminada por haber
tocado un cadáver (Núm. 19:18-19) . Así también, todas las bien
conocidas costumbres relacionadas con la Pascua, como el sacrificio del cordero,
la remoción cuidadosa de, toda
levadura y el uso de pan ázimo, forman la base del siguiente lenguaje
metafórico: "Limpiad... la vieja levadura para que seáis nueva masa, como
lo sois, sin levadura; porque nuestra Pascua, que es Cristo, fue sacrificada
por nosotros. Así que hagamos fiesta, no en la vieja levadura ni en la de
malicia y de maldad, sino en ázimos de sinceridad y de verdad" (1 Cor.
5: 7-8) . Aquí las metáforas son continuas hasta formar una alegoría.
A veces un escritor u orador, después de usar una metáfora notable pasa
a elaborar las imágenes que surgen de ella y al hacerlo así construye una
alegoría; a veces introduce cierto número y variedad de imágenes juntas; otras
veces, dejando de lado toda figura, continúa con lenguaje sencillo y común. Así
en Mat. 5:13, el Señor dice: "Vosotros sois la sal de la tierra". No
es difícil deducir la comparación implicada en esta figura, pero inmediatamente
después de esta elaborada figura se introduce otra metáfora diferente la cual
se lleva adelante con aún mayores detalles: "Vosotros sois la luz del
mundo: una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende
una lámpara y se pone debajo de un almud mas sobre el candelero, y alumbra a
todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz". (Mat. 5:14-16)
. Aquí se ofrece a la mente una variedad de imágenes; una luz, una ciudad
sobre una montaña, una lámpara, un sostén para lámpara y un almud romano o
medida para áridos. Pero en medio de estas imágenes variadas corre la figura
principal de una luz cuyo objeto es enviar lejos sus rayos e iluminar todo lo
que esté a su alcance. Una metáfora tan extendida siempre se convierte,
estrictamente hablando, en alegoría. San Pablo emplea con buen efecto una doble
metáfora en Efes. 3:17 donde ruega "que habite Cristo, por la fe, en
vuestros corazones; para que arraigados y fundados en
amor..." Aquí tenemos la figura de un árbol echando sus raíces en el suelo
y la de un edificio basado o fundamentado sobre cimientos fuertes y profundos.
Pero estas figuras se hallan acompañadas, antes y después, con un estilo de
lenguaje de un carácter simplísimo y práctico no designado para elaborar las
imágenes sugeridas por las metáforas ni aun para adherirse a ellas.
A veces el punto más notable de alusión en una metáfora puede ser asunto
de duda o de incertidumbre. En el Salmo 45:1, en el original hebreo es' difícil
determinar el sentido que se da a la palabra que en castellano se ha traducido
por "rebosa", traducción que quizá no sea perfecta. El punto exacto
de alusión en las palabras "sepultados juntamente con él a muerte por el
bautismo" (Rom. 64) y "sepultados juntamente con él en el
bautismo" (Col. 2:12) es asunto disputado. Los amigos de la inmersión
insisten en que hay en esas palabras una alusión a la manera en la cual se
celebraba el rito del bautismo de agua; y la mayoría de los intérpretes han
reconocido que existe tal alusión. Se pensaba en la inmersión del bautizado
como en un entierro en el agua, pero en ambos pasajes el contexto demuestra que
el gran pensamiento predominante en la mente del apóstol era la muerte
al pecado.Así, en Romanos se nos dice: "¿No sabéis que todos los que
somos bautizados en Cristo Jesús, somos bautizados en su muerte? Sepultados
juntamente con él en muerte por el bautismo... plantados juntamente en él a la
semejanza de su muerte (v. 5) ... nuestro viejo hombre juntamente fue
crucificado con él (v. 6) ... morimos con Cristo (v. 8) ... Así también
vosotros considerad que, de cierto, estáis muertos al pecado mas vivos a Dios
en Cristo Jesús" (v. 11) . Ahora bien, en tanto que la palabra
"sepultado con" (sundapto) armonizaría naturalmente
con la idea de una inmersión en agua, el pensamiento principal es el
morir al pecado, cosa que alcanzamos mediante una unión con Cristo en
lasemejanza de su muerte. Las imágenes no dependen de la manera de
la ejecución de Cristo, o de su sepultura, mucho menos dependen de la forma de
la administración del bautismo, sino de la semejanza de su muerte (to
emoiomati ton danaton auton, v. 5) considerada como un hecho cumplido.
El bautismo es en muerte, no en agua; y ora el rito externo
fuese celebrado por aspersión o por ablución o por inmersión, en cualquiera de
los casos hubiera sido igualmente
cierto que fueron "por el bautismo sepultados con él en
muerte". Pudo el apóstol haber dicho: "Por el bautismo fuimos
crucificados con él en muerte", y entonces, como ahora, habría sido el fin
realizado, la muerte, no la manera de realizar el bautismo, lo que se haría
resaltar. En la forma de expresión más breve que hallamos en Col. 2:12, simplemente
dice: "sepultados juntamente con él en el bautismo". Aquí, sin
embargo, el contexto demuestra que el pensamiento central es el mismo que en
Romanos6:3-11. La sepultura en bautismo (en to baptismati, en
el asunto de bautismo) representaba "el despojamiento del cuerpo de los
pecados de la carne"; es decir, el despojarse en absoluto y el arrojar de
sí la antigua naturaleza carnal. En el asunto que estamos tratando no hay que
pensar en el entierro como una manera de colocar un cadáver en una tumba o
sepulcro sino como indicando que el cuerpo de pecado está, realmente, muerto.
Habiendo así definido claramente el verdadero punto a que alude el pasaje que
nos ocupa, no hay por qué negar o disputar el hecho de que la figura mencionada
puede incluir, incidentalmente, una referencia a la práctica de la inmersión.
Pero al basarse en semejante alusión metafórica, -en la que el
proceso y la forma de entierro no son puntos esenciales-, para
sostener que un entierro en el agua y una resurrección del agua
sean esenciales para la validez de un bautismo, nos parece una gran
extravagancia.
Pasando ahora de las figuras más comunes del lenguaje llegamos a
aquellos métodos trópicos peculiares de trasmitir ideas y de impresionar con la
verdad, que tienen especial prominencia en las Santas Escrituras. A estos se
les conoce con el nombre de fábulas, acertijos, enigmas, alegorías, parábolas,
proverbios, tipos y símbolos.
A fin de apreciar y de interpretar con
propiedad estas formas especiales del pensamiento, es de todo punto necesaria
una comprensión clara de las figuras retóricas más comunes, de que hemos
tratad; pues se hallará que la parábola corresponde con el símil y la alegoría
con la metá- fora y, asimismo, pueden hallarse rastros de otras analogías en
otras figuras. Un análisis y tratamiento científico de estos tropos más
prominentes de la Biblia nos obligarán a distinguir y discernir entre algunas
cosas que en el lenguaje popular se confunden con mucha frecuencia.
De estas figuras especiales la más
ordinaria en dignidad e intento es la fábula. Consiste, esencialmente, en el
hecho de introducir en las imágenes del lenguaje a individuos de la creación
irracional, así como a la naturaleza, tanto la animada como la que no lo es,
como si estuviesen poseídos de razón, y de habla y hasta representándoles como
actuando y andando, aunque ello sea contrario a las leyes de su ser. Hay un
notable elemento imaginario en toda la maquinaria de las fábulas.
Sin embargo, la moral que con ellas se busca enseñar, generalmente es
tan evidente que no hay dificultad .en 'comprenderla.
La fábula más antigua de la cual exista rastro es la de Jotham (Juec.
9: 7-20) . Se representa a los árboles como saliendo a buscar y ungir
un rey. Invitan a la oliva, la higuera y la vid a venir y reinar sobre ellos,
pero todos se niegan, alegando que sus propósitos y sus productos naturales
requerían todo su cuidado. Entonces los árboles invitan al escaramujo, el cual
no se rehúsa pero con hiriente ironía insiste en que ¡todos los árboles vengan
y se refugien bajo su sombra! ¡Que el olivo, la higuera y la vid se acojan a la
sombra protectora de una zarza! Y de no hacerlo así, se añade
significativamente, entonces "fuego salga del escaramujo que devore los
cedros del Líbano". El mísero, inservible escaramujo, enteramente incapaz
de proteger con su sombra ni aun al arbusto más pequeño, podía muy bien, sin
embargo, servir para encender un fuego que pronto devoraría hasta los más
nobles árboles. De esta manera Jotham, haciendo una inmediata aplicación de su
fábula, predice que el débil e inservible Abimelech, a
quien los de Sichem tanto se habían apurado a constituir en rey,
resultaría una maldita antorcha que quemaría sus más nobles caudillos.
Salta a la vista el hecho de que todas
estas imágenes de árboles que hablan, que andan, etc., es pura fantasía. No se
fundan en ningún hecho y sin embargo, presentan un cuadro vívido e
impresionante de las locuras políticas de la humanidad al aceptar el patrocinio
o dirección de caracteres tan indignos como el de Abimelech.
Otra fábula muy semejante a la de Jotham se halla en 2 Rey. 14:9. Los
apólogos de Jotham y Jonás son las únicas verdaderas fábulas que aparecen en la
Biblia. En su interpretación hay que guardarse del error de querer exprimir
demasiado las imágenes. No hay porque suponer que cada palabra y alusión tenga
un significado especial. Recordemos siempre que un aspecto distintivo de las
fábulas es que no son paralelos exactos de las cosas que están destinadas a
aplicarse. Están basadas en acciones imaginarias de criaturas irracionales o de
cosas inanimadas y, por consiguiente, jamás pueden corresponder con la vida
real. También debemos notar lo bien que el espíritu y propósito de la fábula
armoniza con la ironía, el sarcasmo y el ridículo. De aquí que sea tan conveniente
para exponer necedades y vicios del hombre. Muchos de los proverbios más útiles
no son más que fábulas compendiadas (Prov. 6:6; 30:15, 25-28). Aunque
la fábula pertenece al elemento terreno de moralidad prudencial, aun de ese
elemento puede echar mano y valerse la sabiduría divina.
El acertijo difiere de la fábula en que tiene por objeto confundir y
poner en perplejidad al que lo oye. Adrede se hace oscuro, a fin de poner a
prueba el ingenio y penetración del que se proponga resolverlo. El salmista dice:
"Acomodaré a ejemplos mi oído: declararé con el arpa mi enigma"
(Salmo 494). "Abriré mi boca en parábola; derramaré enigmas de lo
antiguo" (Salmo 78:2) . De modo que los acertijos, los dichos obscuros,
los enigmas, que ocultan el pensamiento y al mismo tiempo incitan a la mente
inquisitiva a descubrir sus ocultos significados, tienen su lugar en las
Escrituras.
El célebre acertijo de Sansón tiene la forma de un pareado hebreo
(Jueces 14:14) Del comedor salió comida Y del fuerte salió dulzura.
La clave de este acertijo aparece en
los incidentes relatados en los versículos 8 y 9. Del cuerpo de una fiera
devoradora procedió el alimento que tanto Sansón como sus padres habían comido;
y de aquella osamenta que había sido una encarnación de fortaleza, procedió la
dulce miel que las abejas habían depositado allí.
Un ejemplo notable de acertijo en el N.
Testamento es el de que hallamos en Rev. 13:18 acerca del número r ' tico de la
bestia: "Aquí hay sabiduría. El que tiene más entendimiento, cuente el
número de la bestia; porque es el número de hombre: y el número de ella,
seiscientos sesenta y seis". (Otra lectura muy antigua, pero que es,
probablemente, un error de copista, da el número seiscientos catorce). Este
acertijo ha llenado de perplejidad a los críticos e intérpretes a través de
todos los siglos desde la época en que fue escrito. "Número de
hombre", muy naturalmente significaría el valor numérico de las letras que
componen el nombre de un hombre. Y los dos nombres que más favor han hallado en
la solución de este problema han sido el griego Lateinos y el
hebreo Nerón Kaiser. Cualquiera de los dos constituye el
número requerido y uno u otro se aceptará según la interpretación que uno dé a
la bestia simbólica de que se trata.
Uno de los "antiguos obscuros dichos" es el fragmento poético
atribuido a Lamech (Gén.4:23-24). La oscuridad que rodea a este cántico
indudablemente proviene de nuestra ignorancia de las circunstancias que lo
originaron. Posible es que todo el cántico fuese un acertijo y que haya ocasionado
tanta perplejidad a las mujeres de Lamech como a los intérpretes bíblicos.
Existe un elemento enigmático en el
diálogo de nuestro Señor con Nicodemo (Juan 3:1-13) . La profunda
lección contenida en las palabras del versículo 3: "El que no naciere otra
vez, no puede ver el reino de Dios", llenaron de perplejidad y confusión
al príncipe judío. En lo profundo de su corazón, el Señor, que "sabe lo
que hay en el hombre", descubrió su necesidad espiritual. Sus pensamientos
estaban demasiado fijos en las cosas externas, lo visible, lo carnal. Los
milagros de Jesús le habían impresionado grandemente y quería hacer
averiguaciones de aquel gran obrador de maravillas, como de un maestro comisionado
divinamente. Jesús interrumpe todos sus cumplidos y le sorprende con un dicho
misterioso que parece equivalente a decir: "No hables de mis obras ni te
preocupes de dónde procedo; vuelve tus ojos hacia tu ser interno. Lo que
necesitas no es nuevo conocimiento sino nueva
vida; y esa vida sólo puede obtenerse mediante otro conocimiento.
Y cuando Nicodemo manifestó su sorpresa y maravilla, fue censurado con
la observación (v. 10) "¡Tú eres el maestro de Israel y no sabes esto. ¿No
había orado el salmista, pidiendo "¡Oh Dios! ¡Crea en mí un corazón
limpio!"? (Salmo 51:10). ¿No habían la ley y los profetas hablado de una
circuncisión divina del corazón? (Deut. 30:6; Jer. 4:4; Ezeq. 11:19). ¿Por qué,
entonces, un hombre como Nicodemo se sorprendía ante los dichos profundos del
Señor? Sencillamente porque su vida interna y su discernimiento espiritual eran
incapaces, en ese entonces, de comprender "las cosas del Espíritu de
Dios" (1 Cor. 2:14) . ]para él resultaba como un enigma.
El mismo estilo de discurso enigmático aparece en los dichos del Señor
en la sinagoga de Capernaum (Juan 6:53-59); también en sus primeras
palabras a la samaritana (Juan 4:10-15) y en su respuesta a los
discípulos cuando volvieron y "maravilláronse de que hablaba con la
mujer", y le pidieron que comiera. Su respuesta al respecto fué mal
entendida por ellos, como pasó con Nicodemo y con la samaritana. Dice San
Agustín: -"¿Cómo extrañarnos de que la samaritana no entendiera
agua? ¡He aquí que los discípulos aun no entienden comida!" Pensaban si
alguien le habría traído de comer durante la ausencia de ellos. Entonces Jesús
habló más claramente: "Mi comida es que (ina, indicando
un propósito y fin consciente) haga la voluntad del que me envió y que acabe su
obra". Su éxito con la samaritana era para él de más valor que el alimento
corporal porque elevaba su alma a la santa convicción y seguridad de que había
de realizar con éxito toda la obra para cuya ejecución había venido al mundo. Y
luego, conservando aún e1 tono y estilo de una mezcla de enigma y de alegría,
agrega: "¿No decís vosotros que aún hay cuatro meses hasta que llegue la
siega? He aquí, os digo, alzad vuestros ojos y mirad las regiones, porque ya
están blancas para la siega. Y el que siega recibe salario y allega fruto para
vida eterna; para que el que siembra también goce y el que siega". Como si
dijera "¡Mirad! os digo, acabo de estar sembran- do la palabra y ved ya
una cosecha repentina surgiendo y lista para recogerse! ¡Cómo no había de ser
esto mi comida y mi gozo! ¡Oh, vosotros, mis segadores, regocijaos conmigo, el
sembrador y vosotros también olvidaos de comer!"
Las palabras del Señor en Luc. 22:36 son un enigma. Estando para salir
para el Getsemaní se dio cuenta de que la hora del peligro llegaba. Recordó a
sus discípulos la ocasión cuando les envió sin bolsa, alforja ni zapatos (Luc.
9:6) haciéndoles confesar que nada les había faltado. y entonces les dice:
"Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela y también la alforja, y el que no
tiene, venda su capa y compre espada". Quería impresionarles con el
sentimiento de que el momento de terrible conflicto y peligro era ahora
inminente. Tienen que esperar ser asaltados y deben estar preparados para toda
defensa justa. Habían de ver horas en que una espada les sería más útil que una
capa. Pero es evidente que el Señor no quiso decir que debían, literalmente,
armarse con espada en beneficio de su causa (Mat. 26:52; Juan 18:36) . Querían
prevenirles significativamente del amargo conflicto que se acercaba y de la
posición a que tendrían que
hacer frente. El mundo estaría contra ellos y les asaltaría en muchas
formas y, por consiguiente, debían prepararse para la defensa propia y la lucha
viril. No es a la espada del Espíritu (Efes. 6:17) que el Señor se refiere aquí
sino a la espada como símbolo de ese heroísmo guerrero, de esa confesión audaz
e intrépida y ese propósito inflexible de sostener la verdad que pronto sería
un deber y una necesidad de parte de los discípulos a fin de defender su fe.
Pero los discípulos entendieron mal sus palabras y hablaron de dos espadas que
tenían en su poder! Jesús no se detuvo para entrar en explicaciones y cortó esa
conversación "en el tono de quien se da cuenta de que los demás aún no
están en condiciones de entenderle y que, por consiguiente, sería inútil
hablarles más sobre el particular". Su lacónica respuesta:
"¡Bastal" fue una "manera suave de abandonar el asunto con
cierto dejo de ironía. Más que vuestras dos espadas no necesitáis!"
Un enigma análogo aparece en Juan 21:18, donde Jesús dice a Simón Pedro:
"Cuando eras más mozo, te ceñías e ibas donde querías; mas cuando ya
fueres viejo extenderás tus manos y te ceñirá otro y te llevará donde no
quieras". El escritor añade inmediatamente que Jesús dio a entender con
eso,(semainon) "con qué muerte había de glorificar a
Dios". Pero es sumamente improbable que en ese entonces Pedro comprendiera
el significado de esas palabras. Compárese también Juan 2:19.
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Simil: est comparación de las cosas naturales para explicar las celestiales, nos ayuda a comprender un aspecto sencillo y maravillosos del corazón de Dios, trayendo una visión por medio de simplicidad de lo natural, aun qué si bien el contexto completo importa esto nos ayuda a entender de forma rápida y sencilla pues con el solo ver la figura y comparación de la misma con lo que la Palabra lo relaciona nos da un entendimiento de lo que Dios quiere expresar en esa escritura en especifico
ResponderEliminarMetáfora: este aunque pareciera más complejo si no se conoce la figura de lo que se propone, que aun que podría ser muy raro que se desconozca la figura, pero no podemos dejar de lado esa opción, es una forma práctica de conocer y dar a conocer la palabra en ciertos contextos, como el ejemplo que nos pone Jesús cuando menciona que somos la luz del mundo y que esa luz debe alumbrar a todos los de la casa, ahí podríamos ocupar este contexto enseñando que a los primeros en que debemos predicar el evangelio es a nuestras familias o los que nos rodean de forma más directa, vecinos, amigos, etc. DULCE GUZMÁN
REVISADO POR EL MAESTRO CARLOS HERNÁNDEZ CRUZ 10-ABRIL-2018
ResponderEliminar_______________________________________________________________________
El símil, es un recurso literario usado por Dios para expresarnos de una manera sencilla lo que él nos ha querido revelar, consiste en comparar de manera explícita una cosa con otra para darnos una idea viva y eficaz de una de ellas. Este recurso suele estar precedido por palabras como, cual, que, o se asemeja, nos muestra de una manera practica la idea del autor. El Señor Jesús hacía con frecuencia uso del símil a la hora de enseñar a sus discípulos.
ResponderEliminarLa metáfora, es una forma de visualizar en nuestra mente algo que no podemos mostrar literalmente, el uso de la metáfora implica decir más de lo que las palabras significan. El apóstol Pablo hacia frecuentemente uso de éste recurso, a diferencia del símil que compara, la metáfora es más bien una confirmación
En las Escrituras también podemos encontrar otras figuras que al poderlas entender nos permiten lograr un mejor entendimiento y comprencion del mensaje que se desea transmitir. Vemos el uso de Simil que busca lustrar mejor un pasaje, así como lograr en el lector un encuentre una mejor ejemplificacion de la idea que se desea compartir. Otro ejemplo del uso de figuras es la metáfora que ademas de buscar un mejor entendimiento, esta rebustece el significado, trayendo mas elementos que ejemplifican o enriquecen mejor que la palabra por si sola. En la Biblia es uso de la fabula es cuando se utilizan elemntos u objetos que se les da vida para tratar de explicar algun punto importante. Mientras que el acertijo trata de lograr un razonamiento mas profundo e instrospeccion, para que se llegue a alguna meditación mas profunda, con esto el lector tendrá mas entendimiento de lo que se expresa, quedando incluso mas grabada en la mente por el mismo proceso que tuvo que hacerse al entenderla.
ResponderEliminarComentario de Lesly Ramirez:
ResponderEliminarLos símiles son usados en las escrituras para ilustrar una idea transmitida desde algo similar. Si bien he leído las escrituras de manera cotidiana desconocia el nombre de esta expresión de lenguaje lo cual enriquece mi conocimiento. Por otro lado las metáforas también son usadas de manera más regular en la Biblia, expresando de forma breve y contundente la enseñanza. Las fuentes de estas se deben buscar en los escenarios naturales de las costumbres del medio Oriente para encontrar la enseñanza más clara.
En las santas escrituras se usan frecuentemente los símiles que es la comparación entre dos objetos y las metáforas que es darle una nueva interpretación a las palabras, que ilustran mejor una enseñanza del padre para con nosotros.
ResponderEliminarLos similes y las metáforas permiten al autor ilustrar su idea y así facilitar transmitir esta.
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